Mi ídolo mágico (Homenaje a Aldo Colombini)
Y tú me puedes decir…”hombre, tanto como ídolo…”. Pues sí, para mí lo es. Y grande. En todos los aspectos. Hasta que nos dejó recientemente, lo fue en su humanidad física y lo seguirá siendo por siempre en su humanidad “humana”. Dos hechos hicieron que calara tan hondo en mí este carismático personaje que, aunque sólo tuve la oportunidad de cruzar con él apenas dos o tres conversaciones, lo consideraré mi ídolo por sécula seculorum. Te lo voy a contar al final, pero antes, déjame que comparta contigo algunas cosillas sobre él.
ALDO COLOMBINI, MAMMA MIA.
Yeeeessss, este es el mago que me cautivó hace muchosssss años en un complejo turístico de El Ejido, Almería (creo que se llamaba Almerimar) durante un Congreso Mágico Nacional.
Recuerdos de aquel fin de semana; que bajo mi punto de vista, la organización del Congreso dejó bastante que desear, que James Garibo tuvo premio a su Manipulación , que fue la primera vez que sabía de Luis Piedrahita o Pedro Tercero (también ganaron premios), que el maestro Segóbriga sacaba “2 kilos de elásticos” para hacerme “flipar”” con sus pases, que vi apariciones inimaginables, que Clar Cloutier era mago de verdad…y mil cosas más. Ah…y que estaba Aldo.
Si no conoces o no sabes quién es Aldo Colombini, te puedo dar alguna referencia. Era un mago Italiano con una personalidad única, divertida y cercana. Te cito algunas definiciones de otros magos internacionales que aparecen en el prólogo de uno de sus más afamados libros; “es el Roberto Benigni de la magia” decía Max Maven. “Admiro al gran artista de la magia. Si tengo que elegir a los dos mejores, él es uno de ellos” según el granFantasio. “sus ideas son simplemente geniales, junto con su destreza y su técnica” palabras de Fernando Keops. Bueno, un as del cual aprendí que en magia, no importaba tanto el cómo de la magia, sino más bien, la magia
FINALMENTE, LOS HECHOS.
Que seguramente igual te parece que exagero un poco. Pero te aseguro que viviendo el momento de cerca y experimentando las sensaciones de compromiso por su parte (no tenía ninguna necesidad de complicarse y se mojó) creo que me quedo corto.
La imagen que recuerdo es que estábamos en un hall muy amplio, (era zona de encuentros y cuchicheos) unos cuantos magos. En esto, cruzó por nuestro lado un “grande” de la magia (desde ese día para mí, ni es grande ni es nada). Uno de los congresistas fue rápidamente a preguntarle si podía hacerse una foto con él. Por toda respuesta, una breve vacilación, un gran desaire, y continuó caminando como si nadie se hubiera cruzado en su camino. De cerca, estaba observando la escena Aldo Colombini. Yo observando a ambos. La cara deColombini dibujó una expresión de decepción. Fue una milésima de segundo. Rápidamente, fue al encuentro del congresista y le dijo que a él si le gustaría hacerse una foto con él. Vamos, si no le importaba. La cara a cuadros, los ojos saliéndose de sus órbitas y en medio segundo pasó a no recordar el desprecio sufrido anteriormente. Después de la foto, de un choque de manos y de un “para lo que quieras, estoy aquí” en medio italiano, medio castellano, se acercó hasta nuestro grupo, como adivinando que lo habíamos presenciado todo, y nos susurró…”nos debemos a vosotros y a todos en general. Estamos aquí trabajando por y para vosotros. No una, sino cien mil fotos que nos pidan y siempre con la sonrisa en la boca. Y si no puedes por prisas, por compromisos, díselo amablemente y en cuanto puedas, busca el hueco para hacerlo”. No iba con él, podía haber pasado olímpicamente, no le habría perjudicado ni tampoco era necesario hacernos esa explicación, que sirvió de excusa para retenerlo y hablar con él sobre la magia, el congreso y la vida. Por supuesto, con sus chistes y guiños divertidos.
El segundo hecho fue más comprometido, divertido y cómplice con una multitud de congresistas considerable. Andábamos un poco despistados en el hall del complejo citado anteriormente. La cena de gala, donde ese año se daban a conocer los premios, discurría en el primer piso a puerta cerrada. Al terminar la cena a la cual no habíamos asistido, nos dispusimos a entrar en el salón para poder ver el show de magia pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando nos anunciaron que no podíamos pasar. Bueno, unas tímidas reclamaciones, una puerta cerrada y ante tal respuesta nos bajamos al hall. En eso (seguramente alguien puso en conocimiento de Colombini lo que estaba sucediendo) asomó por la barandilla su gran humanidad y gritó “todos los que deseen ver la gala de magia, que me sigan”. Subimos a toda prisa y nos colocamos detrás de él, según nos indicó. Llamó a la puerta, le abrieron y con la puerta abierta y el sujetándola para que no la cerraran, hizo de guardia urbano haciendo pases con la mano para que pasáramos hasta que entramos todos. Con una sonrisa le dijo al que estaba al cargo, “es que son unos amigos que venían conmigo”. Total, pudimos ver la gala, nadie le recriminó nada y esa noche pasé a tener un nuevo ÍDOLO por todo lo que puede vivir allí. Cuando sea grande, quiero ser como Aldo.
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